sábado, 19 de mayo de 2012

Desvelado a la luz de la luna.

Es sábado y me propongo a escuchar el Experience set de The Dark Side of the Moon de Pink Floyd entero. Ya habiendo terminado me conecto a Facebook.

2:33 a.m y empiezo a escribir. No se ve la luna pero si una espesa niebla que tapa los edificios en la ciudad de Buenos Aires. Estoy charlando con "Gabi", un amigo mío de hace mucho tiempo, que tiene una visión particular del mundo y la música. En este preciso y precioso instante me sorprende recordándome la pieza de Giuseppe Tartini, El Trino del Diablo. Escucho atento cada nota y leo después de una breve búsqueda en internet:

"Una noche, en 1713, soñé que había hecho un pacto con el Diablo y estaba a mis órdenes. Todo me salía maravillosamente bien; todos mis deseos eran anticipados y satisfechos con creces por mi nuevo sirviente. Ocurrió que, en un momento dado, le di mi violín y lo desafié a que tocara para mí alguna pieza romántica. Mi asombro fue enorme cuando lo escuché tocar, con gran bravura e inteligencia, una sonata tan singular y romántica como nunca antes había oído. Tal fue mi maravilla, éxtasis y deleite que quedé pasmado y una violenta emoción me despertó. Inmediatamente tomé mi violín deseando recordar al menos una parte de lo que recién había escuchado, pero fue en vano.La sonata que compuse entonces es, por lejos, la mejor que jamás he escrito y aún la llamo "La sonata del Diablo", pero resultó tan inferior a lo que había oído en el sueño que me hubiera gustado romper mi violín en pedazos y abandonar la música para siempre..."




La conversación toma otro rumbo y empezamos a hablar de como ciertas piezas y canciones actúan detonando sentimientos. Automáticamente se me viene a la cabeza la bien conocida pieza de Debussy, el Claro de luna, el cual Gabi confunde con el de Ludwig Van Beethoven (Sonata para piano nº14 en do sostenido menor, Op. 27 nº2, popularmente conocida como Claro de luna) y recuerdo una anécdota preciosa sobre esa composición tan hermosa. La voy a compartir con ustedes. Sepan que no es real, al menos yo no creo que sea factible, pero me gustó siempre.

Dicen que el Claro de Luna de Beethoven es un regalo del artista a una jóven ciega. Por esos días Beethoven, quien se estaba quedando completamente sordo, estaba totalmente inmerso en una depresión profunda, aislándose de a poco de un mundo que no lo entendía y no lo había tratado bien. La muerte de su padre alcohólico y golpeador, la muerte de su joven madre y el desinterés en su persona de su hermano biológico le habían dejado una gran carencia afectiva.

Al borde del suicidio y tal vez como regalo de Dios, conoce a una joven ciega de la que se enamora. La chica,  desesperada admite querer ver una noche de luna llena. Beethoven, conteniendo su llanto, se propone crear una pieza lo suficientemente hermosa para mostrarle a su amada; al menos él podía ver y componer música para transmitir mensajes.

Recuperando sus ganas de vivir trabaja incansablemente para satisfacer a la joven. Finalmente, con su obra terminada, interpreta la pieza a la chica quien comienza a llorar y le agradece.

La sonata interpreta, según la joven, perfectamente el recorrido de la plateada luna a lo largo de la noche, con un cielo cubierto por estrellas y adornado con nubes.

Les dejo el primer movimiento de la pieza para que ustedes decidan y, aunque casi en su mayoría, el relato anterior es falso (eso pienso yo), capaz les posibilite ver a la obra desde otro ángulo nuevo o diferente. Disfruten.

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